Para quienes nacimos bastante antes, el año dos mil estaba lleno de promesas. Ir de vacaciones a Marte, viajar en forma casi instantánea a lugares a miles de kilómetros, comidas deliciosas en pastillas y robots haciendo todo el trabajo duro. A medida que se acercaba la fecha, era evidente que casi nada de eso iba a cumplirse. Por el contrario, parecía que el cambio de los dos primeros dígitos nos iba a traer un enorme dolor de cabeza.
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