Te acaba de ‘saltar’ una ventana emergente en la pantalla advirtiéndote de que tu ordenador está infectado con un virus. Lógicamente, tu primera reacción es asustarte… al menos, hasta que recuerdas que tú no usas antivirus (muy mal) o, al menos, que esa ventana no era de tu antivirus. ¿Qué ha pasado, entonces?