La escena de los 8 bits está vivita y coleando, como demuestran las generosas participaciones en concursos de programación de todo pelaje. Y los creadores de nuevos juegos para los microordenadores de los ochenta encuentran formas de perfeccionar habilidades y trucos para ir mucho más allá de lo que consiguieron los programadores de los títulos de entonces, como demuestra el amplio catálogo de remakes y mejoras de los juegos clásicos.