Son varias las técnicas de cifrado usadas actualmente que se consideran ‘irrompibles’… de facto. Es el caso, por ejemplo, del cifrado RSA de 2048 bits: aunque teóricamente la fuerza bruta podría llegar a romperlo, el tiempo requerido para lograrlo con la potencia de cálculo actualmente disponible (hablamos de cientos o miles de años) lo convierte en una misión inmanejable.