Han pasado dos décadas del año 2000 y el famoso efecto homónimo, también conocido como el error del milenio. Un problema informático causado por la omisión de la centuria en los años para el almacenamiento de fechas que, pese al peligro real que representaba, no resultó tan virulento ni devastador. No pasamos del 1 de enero del 2000 por al 1 de enero del 1900.