Una de las secuelas más visibles y duraderas de la pandemia tiene poco que ver con el ámbito sanitario; hablamos del auge de los códigos QR en toda clase de bares y restaurantes. En poco tiempo, pasaron de ser un recurso exótico a estar disponible en multitud de locales y ahora, cuando incluso las mascarillas son ya parte del pasado, estos particulares gráficos siguen siendo alternativa o complemento a la carta física.