Aunque la navegación por Internet resulte realmente sencilla del lado de usuario, la complejidad interna de la red es mucho más elevada que eso. Hay multitud de canales que se conectan entre sí, con infinitas bifurcaciones y los sistemas deben saber dónde dirigirse para tomar los caminos correctos y que, en definitiva, la gran red que es Internet funcione correctamente. Uno de estos mecanismos es el de los servidores DNS.