Cuando nos ponemos manos a la obra a la hora de comprar un nuevo ordenador, uno de los puntos más recomendados es comprobar qué tipo de almacenamiento tiene. El disco duro convencional, o HDD, va poco a poco cayendo en desuso, quedando relegado muchas veces como almacenamiento secundario o uso exclusivo para NAS. No hay duda de que el SSD aporta velocidades que no podríamos conseguir con un HDD, aunque no es el único beneficio.